Tienen la desconcertante capacidad de saltarse nuestras defensas emocionales y acceder directamente a recuerdos y sentimientos, pero ese es solo uno de los poderes que Sue Busto, una entusiasta de los perfumes, atribuye y los considera una forma de arte.

Le preguntan a Sue Busto

¿Por qué te gustan tanto los perfumes?

Es una pregunta que me hacen mucho y, la verdad, es que no me había dado cuenta hasta ahora de que este viaje olfativo ha sido uno de los mejores regalos para mí.

Es algo curativo, que suscita un diálogo interno, reflexiones y una inmensa alegría. Por eso, cada mes llevo la experiencia olfativa al siguiente nivel, fijando un presupuesto para ver qué bote de perfume me puedo permitir.

El párrafo que cito a continuación es una reflexión del perfumista de Lush, Simon Constantine, que me hizo pensar:

“Los perfumes tienen la desconcertante capacidad de saltarse nuestras defensas emocionales y acceder directamente a recuerdos y sentimientos que, durante mucho tiempo, creíamos enterrados. Si tocas la tecla correcta (o el acorde, como se dice en perfumería), puedes traer de vuelta a un ser querido fallecido o un momento especial de la infancia. Yo creo que son muy poderosos, más que cualquier otra forma de arte. Tal vez sea eso lo que nos impide explorar lo olores de manera creativa. ¿Son demasiado reales?».

Me resulta imposible hablar de mi affair con los perfumes, sin hablar de mi propia vida. Como dijo Simon, los aromas tienen el poder de dar vida al pasado, nos guste o no, y yo he aprendido a aceptarlo y apreciarlo, y tal y como explica el perfumista, me han enriquecido mucho más que cualquier otra forma de arte.

Así que parece claro que mi historia empieza en el pasado, concretamente, hace 22 años. Una graduada universitaria, desilusionada con el sueño americano, que promete éxito con un título y trabajo duro, se encontró con un diploma colgado en la pared y sin trabajo, después de haber apostado todo a una carta: una galería de arte que no funcionó.

Desesperada y sin saber qué hacer con las facturas, tomé el primer trabajo que me ofrecieron, mientras decidía qué hacer con mi vida. Nunca pensé que estas desafortunadas circunstancias me llevarían a descubrir mi verdadera pasión.

Se trataba de una perfumería independiente, repleta de una gran variedad de fragancias: vintage, modernas, coloridas, luminosas… juntas ofrecían un oasis olfativo muy estimulante. Descubrí que el arte puede tomar muchas formas diferentes. Me recuerdo rociando las tiras de muestra para que los clientes pudieran comprometerse con estos líquidos invisibles.

Así que, tras muchos años, innumerables trabajos, amistades y relaciones, incluyendo una mudanza a otro país, la única cosa constante en mi vida fue mi colección de perfumes.

Mi cuñada fue la primera persona que me regaló un perfume, y el olor de Tommy Girl siempre me trae su recuerdo a la mente. Cuando era adolescente la admiraba mucho y aspiraba a ser como ella de mayor. Mi mejor amiga de la infancia, con la que hace tiempo que perdí el contacto, huele a Gap Grass. Y como le pasa a muchas personas, hay un perfume que ya no puedo utilizar porque me recuerda a la primera vez que me rompieron el corazón, Gucci Envy, sin embargo, sigue formando parte de mi colección.

Ciertos perfumes representan también momentos muy destacados de mi vida. Cuando aspiro el olor de Calyx de Prescriptives me veo a mí misma con 15 años, 16 dólares en el bolsillo, una maleta con algo de ropa y una botella de Calyx. Me disponía a irme de casa. Por extraño que parezca, tuvieron que discontinuar el producto y volver a venderlo para que yo, al olerlo otra vez, puediese reflexionar sobre ese momento crucial y hacer las paces con lo que pasó ese día.

Los perfumes han sido siempre el elemento más reconfortante para mí. La perfumería se ha convertido en una terapia. ¿Por qué algunas fragancias me inspiran una paz instantánea? ¿Alguna vez un olor me ha hecho recordar un «momento de la infancia perdido en los recovecos del subconsciente», como escribió Simon? ¿Era un momento feliz? Y ¿No es eso mágico?

Creo que los perfumes son un regalo. Rociamos, recordamos y procesamos momentos alegres y dolorosos. La combinación adecuada puede traer momentos de felicidad o tristeza al instante, que se desvanecen igual de rápido, dejándote a solas con tus emociones.

Así que la próxima vez que tengas la oportunidad de oler una nueva fragancia o una que ya conozcas, cierra los ojos, inhala profundamente y exhala, como si fuera una meditación. Deja que los pensamientos entren y salgan y disfruta del poder de los olores. Después de todo, la relación más importante es la que tenemos con nosotros mismos y ¿Quién no merece un regalo tan especial?

Sue Busto, de origen coreano-americano, es una entusiasta de los perfumes que vive en el Reino Unido.

Los perfumes han sido siempre el elemento más reconfortante para mí, se han convertido en mi terapia.

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Los perfumes, una forma de arte

Le preguntan a Sue Busto

¿Por qué te gustan tanto los perfumes?

Es una pregunta que me hacen mucho y, la verdad, es que no me había dado cuenta hasta ahora de que este viaje olfativo ha sido uno de los mejores regalos para mí.

Es algo curativo, que suscita un diálogo interno, reflexiones y una inmensa alegría. Por eso, cada mes llevo la experiencia olfativa al siguiente nivel, fijando un presupuesto para ver qué bote de perfume me puedo permitir.

El párrafo que cito a continuación es una reflexión del perfumista de Lush, Simon Constantine, que me hizo pensar:

“Los perfumes tienen la desconcertante capacidad de saltarse nuestras defensas emocionales y acceder directamente a recuerdos y sentimientos que, durante mucho tiempo, creíamos enterrados. Si tocas la tecla correcta (o el acorde, como se dice en perfumería), puedes traer de vuelta a un ser querido fallecido o un momento especial de la infancia. Yo creo que son muy poderosos, más que cualquier otra forma de arte. Tal vez sea eso lo que nos impide explorar lo olores de manera creativa. ¿Son demasiado reales?».

Me resulta imposible hablar de mi affair con los perfumes, sin hablar de mi propia vida. Como dijo Simon, los aromas tienen el poder de dar vida al pasado, nos guste o no, y yo he aprendido a aceptarlo y apreciarlo, y tal y como explica el perfumista, me han enriquecido mucho más que cualquier otra forma de arte.

Así que parece claro que mi historia empieza en el pasado, concretamente, hace 22 años. Una graduada universitaria, desilusionada con el sueño americano, que promete éxito con un título y trabajo duro, se encontró con un diploma colgado en la pared y sin trabajo, después de haber apostado todo a una carta: una galería de arte que no funcionó.

Desesperada y sin saber qué hacer con las facturas, tomé el primer trabajo que me ofrecieron, mientras decidía qué hacer con mi vida. Nunca pensé que estas desafortunadas circunstancias me llevarían a descubrir mi verdadera pasión.

Se trataba de una perfumería independiente, repleta de una gran variedad de fragancias: vintage, modernas, coloridas, luminosas… juntas ofrecían un oasis olfativo muy estimulante. Descubrí que el arte puede tomar muchas formas diferentes. Me recuerdo rociando las tiras de muestra para que los clientes pudieran comprometerse con estos líquidos invisibles.

Así que, tras muchos años, innumerables trabajos, amistades y relaciones, incluyendo una mudanza a otro país, la única cosa constante en mi vida fue mi colección de perfumes.

Mi cuñada fue la primera persona que me regaló un perfume, y el olor de Tommy Girl siempre me trae su recuerdo a la mente. Cuando era adolescente la admiraba mucho y aspiraba a ser como ella de mayor. Mi mejor amiga de la infancia, con la que hace tiempo que perdí el contacto, huele a Gap Grass. Y como le pasa a muchas personas, hay un perfume que ya no puedo utilizar porque me recuerda a la primera vez que me rompieron el corazón, Gucci Envy, sin embargo, sigue formando parte de mi colección.

Ciertos perfumes representan también momentos muy destacados de mi vida. Cuando aspiro el olor de Calyx de Prescriptives me veo a mí misma con 15 años, 16 dólares en el bolsillo, una maleta con algo de ropa y una botella de Calyx. Me disponía a irme de casa. Por extraño que parezca, tuvieron que discontinuar el producto y volver a venderlo para que yo, al olerlo otra vez, puediese reflexionar sobre ese momento crucial y hacer las paces con lo que pasó ese día.

Los perfumes han sido siempre el elemento más reconfortante para mí. La perfumería se ha convertido en una terapia. ¿Por qué algunas fragancias me inspiran una paz instantánea? ¿Alguna vez un olor me ha hecho recordar un «momento de la infancia perdido en los recovecos del subconsciente», como escribió Simon? ¿Era un momento feliz? Y ¿No es eso mágico?

Creo que los perfumes son un regalo. Rociamos, recordamos y procesamos momentos alegres y dolorosos. La combinación adecuada puede traer momentos de felicidad o tristeza al instante, que se desvanecen igual de rápido, dejándote a solas con tus emociones.

Así que la próxima vez que tengas la oportunidad de oler una nueva fragancia o una que ya conozcas, cierra los ojos, inhala profundamente y exhala, como si fuera una meditación. Deja que los pensamientos entren y salgan y disfruta del poder de los olores. Después de todo, la relación más importante es la que tenemos con nosotros mismos y ¿Quién no merece un regalo tan especial?

Sue Busto, de origen coreano-americano, es una entusiasta de los perfumes que vive en el Reino Unido.

Los perfumes han sido siempre el elemento más reconfortante para mí, se han convertido en mi terapia.

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