(Provincia de Sistán y Baluchestán, Irán. Origen de la Henna Lush). Como lo ha hecho durante cientos de años, el sol baña al amanecer las cosechas de henna, que crece entre cultivos vegetales y frutales. En la región más al sureste de Irán, el clima seco no es el más apropiado para muchas plantas, pero sí es el idóneo para la producción de la lawsona, el componente que le da a la hoja de la henna esas vibrantes propiedades de coloración. Las plantas resistentes como la henna son un recurso importante de ingresos en esta región, además de necesarias para contrarrestar la erosión de la tierra que ha provocado el exceso de pastoreo, la sequía y la deforestación.

El origen de la henna tiene a sus espaldas una larga historia por haberse usado como una forma segura de teñir el pelo y decorar el cuerpo (ahora mismo sabemos que, como mínimo, todo esto se remonta al Antiguo Egipto), y todavía se sigue utilizando con este propósito en Norte América, Oriente Medio y Asia. El tinte también juega un papel ceremonial importante en muchos hitos de la cultura musulmana, judía e hindú, generalmente nupcial.

Vamos a la fuente

Mark Constantine, el cofundador de Lush, cree que la mejor henna del mundo crece en Irán.

Irán es el octavo país más grande del mundo, es rico en recursos naturales y cuenta con un legado increíble de arte y ciencia. Irán se extiende desde el Mar Caspio en el norte hasta el Golfo Pérsico en el sur, y limita con países como Armenia, Afganistán, Pakistán, Irak y Turquía. El clima varía según la zona: en la costa norte es suave y algo húmedo y en el sudeste es caluroso y árido. Es en esta última zona donde se encuentra la provincia de Sistán y Baluchistán, la región de donde proviene la mayor parte de la henna de Lush.

Gran parte de la provincia de Sistán y Baluchistán está dividida religiosa y culturalmente. En su mayoría está poblada por iraníes musulmanes chiíes y por musulmanes baluchis sunitas (una población cuyo territorio ancestral está dividido ahora entre Irán y Pakistán), lo que causa conflictos en la identidad. El alto nivel de pobreza también ha facilitado el aumento del tráfico de drogas en la zona. El equipo de compras de Lush, que son más bien periodistas que viajan a las zonas de conflicto, se someten a un entrenamiento especializado en ambientes hostiles para estar preparados para viajes de negocios a regiones de alto riesgo. No obstante, y dado que el gobierno británico aún sigue aconsejando a la gente que no viaje a esta región concreta de Irán, a Mark le resultó de nuevo imposible conseguir el seguro que necesitaba para su viaje en 2015. A cambio, los propietarios y los directores del proveedor de henna de Lush lo invitaron a que viajara a otras cosechas de las que también se abastecían, en la provincia vecina de Hormozgan, para que pudiera ver el proceso de la henna de principio a fin.

Los agricultores de la provincia de Hormozgan han estado cultivando henna durante cientos de años, aunque la calidad de las cosechas no es tan buena como la de la provincia de Sistán y Baluchistán. Las hojas de henna se cosechan tres veces al año a mano y se secan al sol. Un día de cosecha es algo familiar: todos echan una mano y siguen la sabiduría de la abuela Omnia cuyo hijo, Don Ibrahim, dirige los cultivos. Este le explicó a Mark que las plantas como tales solo tienen que sustituirse en un lapso de tiempo que va de los 35 años a los 50, y que una rama de henna que se plante en el suelo echará flores si se la riega lo suficiente.

Pese a ello, se suele tratar la henna como un cultivo complementario en estas regiones, dado que se pueden cultivar otras plantas con más frecuencia y, además, ocupan menos espacio. Las granjas de la provincia de Sistán y Baluchistán, por ejemplo, cosechan dátiles; es una fuente de ingresos clave. Estos árboles frutales se polinizan ellos mismos con el viento y, por lo tanto, requieren muy poco mantenimiento. Asimismo, los dátiles se pueden almacenar durante largos periodos de tiempo.

Cuando los cultivos de henna de las provincias de Hormozgan y Sistán y Baluchistán se han recogido y se han secado al sol durante varios días, se transportan al norte, al antiguo asentamiento de Yazd, en el Irán central.
 

Triturando en Yazd

Yazd, que en su momento fue importante por ser parada en la ruta de la seda, ha sido durante décadas un centro principal de procesamiento de productos, en el que también entraba la henna. La localización de la ciudad, en medio de un desierto inhóspito, la ha mantenido a salvo tanto de las invasiones como de la modernización, y también ha conservado una serie de «qanats»: sistemas antiguos de canales de agua subterráneos, depósitos y molinos de agua. Solamente unos pocos molinos de henna siguen abiertos y en ellos, los «mazars» siguen utilizando métodos tradicionales para tamizar y pulverizar las cosechas de henna que, sobre todo, se exportan a ultramar.

El propietario de uno de estos molinos, Don Turk, un experto en la henna, es capaz de determinar el origen del polvo de solo un vistazo. Mark recuerda: «Usaba un cuchillo parecido al de cortar el queso, lo metía en una bolsa y extraía un poco de henna; nos podía decir de dónde provenía simplemente por el color y la calidad. Decía cosas como “esta henna viene de tal pueblo, porque allí hace mucho viento, por eso las hojas tienen tanto polvo».

La tamización inicial y los análisis de calidad tienen lugar en la fábrica de Don Turk, donde una rueda grande de piedra, de cincuenta años de antigüedad, aplasta las hojas de la henna. Estas ruedas antiguas duran una barbaridad, entre 70 y 100 años. La modernidad ha hecho su aparición con el uso de una rueda mecánica para dejar atrás la que precisaba el uso de camellos o burros.

Para Don Turk, los pedidos de henna de Lush son una fuente vital de beneficio, pero solo porque los conflictos recientes en Siria y en Irak han alterado su modelo de negocio de forma dramática. Antes podía confiar en hacer negocios con los países vecinos; hoy por hoy, exporta solamente alrededor de un 10 % de henna tamizada a otras naciones árabes. «Si vives en una callejuela estrecha, te tienes que llevar bien con tus vecinos», reflexiona cuando se le pregunta sobre cómo ha afectado la situación política a su negocio.

 

Control de calidad en Kashmar

Una vez que la henna se ha procesado, se transporta de Yazd a una fábrica en Kashmar, en el este de Irán, dirigida por Ghassem, Mohammad y otros miembros de la familia. Aquí, los empleados la tamizan aún más, se someten a análisis de microbiología y control de calidad y después se empaqueta para el mercado europeo.

El jefe principal, Ghassem, montó el negocio con tan solo veintitrés años, mientras estudiaba en la universidad, y describe que los comienzos fueron retadores: «Al principio fue muy, muy duro porque no teníamos nada de dinero y empezamos con una capacidad de trabajo muy baja. Irán tiene el clima para cultivar muchas plantas y, por otro lado, Europa tiene mucho potencial para utilizar los productos que provengan de estas plantas, pero no el clima para producirlas. Cuando empezamos no teníamos experiencia, pero ahora sí tenemos bastante. Podemos hacer algo por esta industria».

 El hermano más joven de Ghassem, Mohammad, que es el director de la empresa, describe el proceso por el que pasa la henna en la fábrica de Kashmir: «Compramos la henna ya tamizada, y utilizamos un instrumento para tamizarla de nuevo, y después la empaquetamos porque la molienda en Yazd es muy tradicional y no tiene la mejor de las calidades. También tenemos un laboratorio en el que analizamos el color de la henna, la cantidad de polvo, la humedad y el tamaño; todos ellos son aspectos muy importantes».

 

Un negocio familiar

Tal vez su fábrica se caracterice por tener unos estándares de calidad extremadamente altos, pero lo más valioso es dirigir un negocio basado en los valores tradicionales de la familia, lo cual tiene una gran importancia tanto para Ghassem como para Mohammad. El primero explica: «La familia es muy importante en Irán. Cuando tienes un negocio con tu familia, la ves todos los días y estás en contacto con ella todo el tiempo. Nos gusta hablar del trabajo en la cena; nos hace mucho bien. Disfrutamos de nuestro negocio todo el tiempo».

 De hecho, la motivación de Ghassem para vendar en el mercado europeo se basa también en principios que aprendió de su padre. Explica: «Queríamos darle trabajo a más gente, y los europeos usan estos productos un montón. No trabajamos solamente para nosotros, porque esa era la forma que mi padre tenía de vivir para otra gente».

Continúa diciendo: «Muchos agricultores en Irán son analfabetos. Lo que entienden por agricultura es el maíz, pero su cultivo se remonta años y años atrás. El mundo actual es diferente y tenemos nuevos productos, como regaliz, eucalipto y menta. Así que destinamos parte de nuestro dinero en la formación de agricultores; así podrán saber más y por tanto cultivar otras semillas. Formar a otra gente es una política muy importante en nuestra empresa. Esta gente son amigos y familia».

 En 2020, el negocio contrató a dieciséis personas en distintos ámbitos: agricultura, contabilidad, producción y control de calidad, e invirtió en más proyectos que tuviesen que ver con el aciano, el estragón, la malva y el hinojo. «También es algo excepcional el hecho de que las posiciones de liderazgo principales las ocupen mujeres», dice Nicolas Märgner, director de ventas. «Estamos haciendo algo bueno aquí».

 

 

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Henna desde la raíz

Henna

El origen de la henna tiene a sus espaldas una larga historia por haberse usado como una forma segura de teñir el pelo y decorar el cuerpo (ahora mismo sabemos que, como mínimo, todo esto se remonta al Antiguo Egipto), y todavía se sigue utilizando con este propósito en Norte América, Oriente Medio y Asia. El tinte también juega un papel ceremonial importante en muchos hitos de la cultura musulmana, judía e hindú, generalmente nupcial.

Vamos a la fuente

Mark Constantine, el cofundador de Lush, cree que la mejor henna del mundo crece en Irán.

Irán es el octavo país más grande del mundo, es rico en recursos naturales y cuenta con un legado increíble de arte y ciencia. Irán se extiende desde el Mar Caspio en el norte hasta el Golfo Pérsico en el sur, y limita con países como Armenia, Afganistán, Pakistán, Irak y Turquía. El clima varía según la zona: en la costa norte es suave y algo húmedo y en el sudeste es caluroso y árido. Es en esta última zona donde se encuentra la provincia de Sistán y Baluchistán, la región de donde proviene la mayor parte de la henna de Lush.

Gran parte de la provincia de Sistán y Baluchistán está dividida religiosa y culturalmente. En su mayoría está poblada por iraníes musulmanes chiíes y por musulmanes baluchis sunitas (una población cuyo territorio ancestral está dividido ahora entre Irán y Pakistán), lo que causa conflictos en la identidad. El alto nivel de pobreza también ha facilitado el aumento del tráfico de drogas en la zona. El equipo de compras de Lush, que son más bien periodistas que viajan a las zonas de conflicto, se someten a un entrenamiento especializado en ambientes hostiles para estar preparados para viajes de negocios a regiones de alto riesgo. No obstante, y dado que el gobierno británico aún sigue aconsejando a la gente que no viaje a esta región concreta de Irán, a Mark le resultó de nuevo imposible conseguir el seguro que necesitaba para su viaje en 2015. A cambio, los propietarios y los directores del proveedor de henna de Lush lo invitaron a que viajara a otras cosechas de las que también se abastecían, en la provincia vecina de Hormozgan, para que pudiera ver el proceso de la henna de principio a fin.

Los agricultores de la provincia de Hormozgan han estado cultivando henna durante cientos de años, aunque la calidad de las cosechas no es tan buena como la de la provincia de Sistán y Baluchistán. Las hojas de henna se cosechan tres veces al año a mano y se secan al sol. Un día de cosecha es algo familiar: todos echan una mano y siguen la sabiduría de la abuela Omnia cuyo hijo, Don Ibrahim, dirige los cultivos. Este le explicó a Mark que las plantas como tales solo tienen que sustituirse en un lapso de tiempo que va de los 35 años a los 50, y que una rama de henna que se plante en el suelo echará flores si se la riega lo suficiente.

Pese a ello, se suele tratar la henna como un cultivo complementario en estas regiones, dado que se pueden cultivar otras plantas con más frecuencia y, además, ocupan menos espacio. Las granjas de la provincia de Sistán y Baluchistán, por ejemplo, cosechan dátiles; es una fuente de ingresos clave. Estos árboles frutales se polinizan ellos mismos con el viento y, por lo tanto, requieren muy poco mantenimiento. Asimismo, los dátiles se pueden almacenar durante largos periodos de tiempo.

Cuando los cultivos de henna de las provincias de Hormozgan y Sistán y Baluchistán se han recogido y se han secado al sol durante varios días, se transportan al norte, al antiguo asentamiento de Yazd, en el Irán central.
 

Triturando en Yazd

Yazd, que en su momento fue importante por ser parada en la ruta de la seda, ha sido durante décadas un centro principal de procesamiento de productos, en el que también entraba la henna. La localización de la ciudad, en medio de un desierto inhóspito, la ha mantenido a salvo tanto de las invasiones como de la modernización, y también ha conservado una serie de «qanats»: sistemas antiguos de canales de agua subterráneos, depósitos y molinos de agua. Solamente unos pocos molinos de henna siguen abiertos y en ellos, los «mazars» siguen utilizando métodos tradicionales para tamizar y pulverizar las cosechas de henna que, sobre todo, se exportan a ultramar.

El propietario de uno de estos molinos, Don Turk, un experto en la henna, es capaz de determinar el origen del polvo de solo un vistazo. Mark recuerda: «Usaba un cuchillo parecido al de cortar el queso, lo metía en una bolsa y extraía un poco de henna; nos podía decir de dónde provenía simplemente por el color y la calidad. Decía cosas como “esta henna viene de tal pueblo, porque allí hace mucho viento, por eso las hojas tienen tanto polvo».

La tamización inicial y los análisis de calidad tienen lugar en la fábrica de Don Turk, donde una rueda grande de piedra, de cincuenta años de antigüedad, aplasta las hojas de la henna. Estas ruedas antiguas duran una barbaridad, entre 70 y 100 años. La modernidad ha hecho su aparición con el uso de una rueda mecánica para dejar atrás la que precisaba el uso de camellos o burros.

Para Don Turk, los pedidos de henna de Lush son una fuente vital de beneficio, pero solo porque los conflictos recientes en Siria y en Irak han alterado su modelo de negocio de forma dramática. Antes podía confiar en hacer negocios con los países vecinos; hoy por hoy, exporta solamente alrededor de un 10 % de henna tamizada a otras naciones árabes. «Si vives en una callejuela estrecha, te tienes que llevar bien con tus vecinos», reflexiona cuando se le pregunta sobre cómo ha afectado la situación política a su negocio.

 

Control de calidad en Kashmar

Una vez que la henna se ha procesado, se transporta de Yazd a una fábrica en Kashmar, en el este de Irán, dirigida por Ghassem, Mohammad y otros miembros de la familia. Aquí, los empleados la tamizan aún más, se someten a análisis de microbiología y control de calidad y después se empaqueta para el mercado europeo.

El jefe principal, Ghassem, montó el negocio con tan solo veintitrés años, mientras estudiaba en la universidad, y describe que los comienzos fueron retadores: «Al principio fue muy, muy duro porque no teníamos nada de dinero y empezamos con una capacidad de trabajo muy baja. Irán tiene el clima para cultivar muchas plantas y, por otro lado, Europa tiene mucho potencial para utilizar los productos que provengan de estas plantas, pero no el clima para producirlas. Cuando empezamos no teníamos experiencia, pero ahora sí tenemos bastante. Podemos hacer algo por esta industria».

 El hermano más joven de Ghassem, Mohammad, que es el director de la empresa, describe el proceso por el que pasa la henna en la fábrica de Kashmir: «Compramos la henna ya tamizada, y utilizamos un instrumento para tamizarla de nuevo, y después la empaquetamos porque la molienda en Yazd es muy tradicional y no tiene la mejor de las calidades. También tenemos un laboratorio en el que analizamos el color de la henna, la cantidad de polvo, la humedad y el tamaño; todos ellos son aspectos muy importantes».

 

Un negocio familiar

Tal vez su fábrica se caracterice por tener unos estándares de calidad extremadamente altos, pero lo más valioso es dirigir un negocio basado en los valores tradicionales de la familia, lo cual tiene una gran importancia tanto para Ghassem como para Mohammad. El primero explica: «La familia es muy importante en Irán. Cuando tienes un negocio con tu familia, la ves todos los días y estás en contacto con ella todo el tiempo. Nos gusta hablar del trabajo en la cena; nos hace mucho bien. Disfrutamos de nuestro negocio todo el tiempo».

 De hecho, la motivación de Ghassem para vendar en el mercado europeo se basa también en principios que aprendió de su padre. Explica: «Queríamos darle trabajo a más gente, y los europeos usan estos productos un montón. No trabajamos solamente para nosotros, porque esa era la forma que mi padre tenía de vivir para otra gente».

Continúa diciendo: «Muchos agricultores en Irán son analfabetos. Lo que entienden por agricultura es el maíz, pero su cultivo se remonta años y años atrás. El mundo actual es diferente y tenemos nuevos productos, como regaliz, eucalipto y menta. Así que destinamos parte de nuestro dinero en la formación de agricultores; así podrán saber más y por tanto cultivar otras semillas. Formar a otra gente es una política muy importante en nuestra empresa. Esta gente son amigos y familia».

 En 2020, el negocio contrató a dieciséis personas en distintos ámbitos: agricultura, contabilidad, producción y control de calidad, e invirtió en más proyectos que tuviesen que ver con el aciano, el estragón, la malva y el hinojo. «También es algo excepcional el hecho de que las posiciones de liderazgo principales las ocupen mujeres», dice Nicolas Märgner, director de ventas. «Estamos haciendo algo bueno aquí».

 

 

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